Por William Guin, Profesional Unidad de de Coordinación y Supervisión de la Red Nacional de Metrología del Instituto Nacional de Normalización
En un mundo donde los sistemas productivos, las infraestructuras críticas y las decisiones regulatorias dependen de mediciones confiables, la metrología se ha transformado en un pilar silencioso pero esencial para garantizar la seguridad, la calidad y la confianza pública. Desde la concentración de un principio activo en un medicamento hasta la resistencia de una estructura en un puente colgante, todas las decisiones técnicas dependen de mediciones trazables, exactas y comparables. La metrología, como ciencia de las mediciones y sus aplicaciones, no es un lujo técnico, sino una condición esencial para el desarrollo, la propia continuidad de la vida en sociedad.
La seguridad del consumidor ya sea en alimentos, medicamentos, equipos eléctricos o cosméticos está intrínsecamente ligada a mediciones cuantitativas. ¿Cuánta aflatoxina hay en un lote de maíz? ¿Cuánto plomo contiene un pigmento de pintura infantil? La respuesta no puede ser especulativa: debe provenir de mediciones trazables a patrones nacionales o internacionales, con incertidumbres bien establecidas y métodos validados.
En sectores críticos como la industria química, aeroespacial o farmacéutica, el control de procesos requiere una metrología robusta. Instrumentos calibrados, sensores confiables, y datos comparables entre turnos, plantas o países permiten detectar desviaciones antes de que se traduzcan en fallas, accidentes o pérdidas económicas. La metrología industrial es el seguro silencioso del proceso.
Los puentes, represas, redes eléctricas, oleoductos y hospitales operan bajo parámetros estrictos de presión, temperatura, vibración o caudal. Sin una vigilancia metrológica que asegure que lo que se mide es real, dentro de límites aceptables, y comparable a lo especificado, la infraestructura se convierte en una lotería estructural.
La crisis de confianza en la información técnica y el auge de la posverdad exigen más que nunca instituciones y sistemas de medición que sean transparentes, independientes y verificables. La metrología responde a esta demanda mediante:
Trazabilidad metrológica: “Propiedad de un resultado de medida por la cual este puede relacionarse con una referencia mediante una cadena ininterrumpida y documentada de calibraciones, cada una de las cuales contribuye a la incertidumbre de medida” (VIM).En otras palabras, la trazabilidad metrológica permite vincular cualquier medición con un patrón reconocido internacionalmente — definidos en el Sistema Internacional de Unidades (SI)— a través de una cadena continua de calibraciones, en la que cada eslabón aporta a la estimación de la incertidumbre asociada al resultado final.
Evaluación de conformidad basada en evidencia: La metrología proporciona la base cuantitativa para la certificación de productos, acreditación de laboratorios y auditorías técnicas, blindando estos procesos ante la arbitrariedad o el fraude.
Confianza transfronteriza: La infraestructura metrológica internacional (BIPM, OIML, acuerdos CIPM MRA) garantiza que una medición realizada en Chile pueda ser reconocida en Alemania, Japón o Canadá, etc, con la misma confianza técnica.
La metrología no se detiene. Ante desafíos emergentes como la inteligencia artificial en sistemas de monitoreo, la economía del hidrógeno, los nanomateriales, la digitalización de los certificados de calibración o la economía circular, la metrología actúa como garante de interoperabilidad, verificabilidad y responsabilidad técnica.
Por ejemplo, en el caso del hidrógeno verde, la calidad del gas como vector energético depende críticamente de mediciones precisas de impurezas, como humedad, oxígeno o hidrocarburos, que podrían dañar las celdas de combustible. Aquí, la metrología química y la metrología en gas se vuelven aliadas estratégicas para la transición energética segura.
Como señaló William Thomson, físico y matemático británico del siglo XIX: “Lo que no se mide, no existe; y lo que no se puede medir, no se puede mejorar”.
En esa misma línea, podemos afirmar con certeza que:
“La seguridad sin medición no existe, y la medición sin metrología es solo una ilusión.”
En un entorno global cada vez más exigente, interconectado y tecnológicamente avanzado, la metrología no solo asegura la exactitud técnica, sino que también respalda la legitimidad y confianza social en las decisiones basadas en datos. Resulta fundamental que gobiernos, industrias y ciudadanía reconozcan en la metrología no únicamente una labor especializada de laboratorio, sino una verdadera infraestructura estratégica que sostiene la seguridad, la calidad y la confiabilidad de nuestra vida en común.