Metrología Precolombina, la medición en los Pueblos Originarios de América

El primer reporte colonial de un sistema de medidas lo hace Hernán Cortes en su segunda carta de relación: “….todo se vende por cuenta y medida, excepto que hasta ahora no se ha visto vender cosa alguna por peso”, Hernán Cortes, Segunda Carta de Relación Cartas y documentos, Cap.XXIII.
El sistema métrico de los Mexica estaba basado en diferentes unidades proporcionales entre sí por múltiplos o submúltiplos, este mide distancias, áreas, volúmenes y pesos, entre otros. Para medir distancias los Mexicas utilizaban un patrón llamado Tlalcuahuitl era un bastón de madera de medida (3 varas) equivalente al Sistema Internacional de Unidades a 2.508 metros, también tenía un grupo de unidades que guardaban una relación entre sí, entre las cuales las medidas conocidas son el cemmatl (una mano), cemyollotli (un corazón), cemomitl (un hueso), cemacolli (un brazo), cemmitl (una flecha). Estos símbolos eran utilizados junto a la anotación de otros símbolos multiplicadores de la cantidad de veces que valía el objeto a medir, los cuales eran una línea vertical que representaba la unidad, un grupo de 5 líneas unidas la primera con la última con una línea horizontal representando 5 unidades, un círculo sólido o un estandarte (pantli) representando 20 unidades. Los perímetros de terrenos eran registrados en milcocollis (códices de perímetros).
Los Tlacuilos eran los miembros de las naciones mesoamericanas que realizaban estas mediciones y las registraban en códices. Este sistema de medición era utilizado al menos en todo el territorio del Imperio Azteca. Las medidas de longitud estaban basadas principalmente en las longitudes del cuerpo humano, y para la construcción de obras oficiales de ingeniería o religiosas, se cree que se tenía una unidad patrón, la cual también pudiera haberse usado como regulador en las transacciones económicas.
Para medir la masa era definida según traducciones aproximadas como tlaoctacatiloni peso o balanza, o en el posible hibridismo español de pexohuía (henchir o rebosar). Sin embargo, dichos términos se creen adecuados a la realidad colonial y por lo tanto no representan significados claros prehispánicos. Un tipo de medición con mucha certidumbre es a la carga del Tameme, donde esta era regulada de manera que fuera moderada y capaz de ser transportada con ligereza. Su peso se aproxima con su equivalente español de volumen media fanega o de acuerdo con reportes de Torquemada a 23 kg. Hay acepciones en cargas de mantas y de cacao, donde las mantas se medían en 20 unidades y el cacao en tres xiquipilli (24000 granos). Las cargas podían tener también múltiplos y submúltiplos, donde "dos cargas" pueden ser iguales a una "gran carga".
La medición de volúmenes de líquidos, arenas, material, entre otras cosas, tiene una gran diversidad en muchas comunidades de México, derivada de muchos patrones o recipientes, los cuales provienen de una larga tradición de transacciones económicas. Entre los cuales existía el Centlachipinilli que era equivalente a una gota de algo, el instrumento de esta medida era muy pequeño y elaborado con barro o bronce, con una acanaladura especial, este instrumento se cree que era un implemento médico y el volumen contenido era aproximadamente unos 10 mL. También estaba el Centlalololli era una porción, pelota o pella de una cosa blanda, era la medida para hacer una tortilla y aproximadamente era equivalente a 50 mL y unas de las medidas volumétricas más importante era el Cemchiquihuitl era un canasto para la medida de granos, mazorcas, sal, chiles, y era equivalente a una media fanega y en el sistema actual de mediciones es aproximadamente 28 Litros.
Los Mayas por medio de las matemáticas y la astronomía, desarrollaron exactos y sofisticados mecanismos de medición del tiempo, en los cuales fundamentaron su cosmovisión, su relación con la “madre tierra”, el cultivo del maíz y la creación del universo, el mundo y la humanidad. A partir de las evidencias encontradas en las estelas, pirámides, y códices, los científicos estudiosos de esta milenaria cultura han logrado establecer al menos tres diferentes calendarios por medio de los cuales medían los ciclos de la naturaleza alrededor del movimiento de los astros y los períodos de cultivo.
El Tzolkín, “período sagrado” o “la cuenta de los días”, es un calendario que establece los diversos ritos espirituales en un período de 260 días, dividido en 20 subperíodos de trece días cada uno. A cada día se le asigna un signo y un color específico que representa a un dios, el cual guía durante esos lapsos el rumbo del universo, según la posición de los cuatro puntos cardinales. Otro de los calendarios organizado por los Mayas es el Haab, medidor del año solar, el que al igual que el calendario gregoriano tiene un período de 365 días, pero que, a diferencia de este, se divide en 18 meses llamados “winal”, de 20 días cada uno, los cuales suman un total de 360 días. Los restantes cinco días, con los cuales se complementan los 365, son el período conocido como “wayeb”, los cuales quedan fuera de los 18 “winal” y sirven “de espacio sagrado para reflexionar y reorientar el comportamiento en el nuevo ‘haab’, en los ámbitos personal, familiar y comunitario”.
El más polémico de los mecanismos de medición desarrollado por los mayas, es el calendario de cuenta larga, es un sistema para registrar el tiempo en forma lineal, combinado con el ritmo cíclico, el cual mide eras de 5.200 años, cada una de las cuales representa nuevos soles. Según los estudios científicos, la cuarta era o cuarto sol, que inició el 13 de agosto del año 3.114 antes de Jesucristo al terminar el recorrido completo de un ciclo de Oxlajuj Baktun, contempla la creación de la humanidad. El Oxlajuj Baktun contempla trece períodos de 400 años que dan un total de 5.200 años, que es la duración de una era, según el calendario de larga cuenta. Los años Tun son de 360 días y no como en el cómputo del ciclo Haab que registra un año de 365 días.
Las mediciones en longitud de los Mayas se basa en el mecate k´an, que equivale aproximadamente a 20 metros, pero también existió otras unidades las cuales fueron paatan (1/20 de k’an): equivale aproximadamente a 1 metro, el sab (1/10 k’an o 2 paatanes) equivalente  a 2 metros, el Nak (20 «k’aanes») unos 400 metros (aprox.) y por último el lab (20 «nakes»): equivale a 400 k’anes, igual a 8000 metros (aprox.).
El imperio Inca, así como muchos otros pueblos originarios andinos, tomaron miembros del cuerpo humano como referente para establecer sus unidades de medida. No existió un sistema de unidades único, de uso obligatorio y uniforme en todo el mundo andino. Muchos documentos y crónicas han registrado diferentes sistemas de origen local que permanecieron en uso hasta el siglo XVI.
Entre las unidades de medida de longitud, existió la rikra15 (braza), que es la distancia medida entre los dedos pulgares del hombre teniendo los brazos extendidos horizontalmente. El kukuchu tupu equivalía al codo castellano y era la distancia medida desde el codo hasta el extremo de los dedos de la mano. Estaba también la capa (palmo), y la más pequeña era el yuku o jeme, que era la longitud existente entre el índice y el dedo pulgar, separando uno del otro lo máximo posible. La distancia entre dos pueblos habría evaluado por el número de chasquis requeridos para llevar un recado de un pueblo al otro. Habrían usado proporcionalidad directa entre la circunferencia de un redil y la cantidad de tabiques de chaclas.
La existencia de todas estas unidades de medidas conduce naturalmente a considerar que debió haber instrumentos de medición. En efecto, González Holguín (Ibíd.: 103), nos habla del chuta cazqui como “medida pública de tierras que era una braça” y Rowe (1946:324), del cota k’aspi como una “vara de longitud de la rikra (aproximadamente unos 1.6 metros) medida estándar de terreno”. Este patrón de medida debió servir para medir dimensiones pequeñas: puertas, ventanas, escaleras, etc. Y para dimensiones superiores, probablemente se utilizó la ñañu huasca, o cuerda delgada, como lo menciona Betanzos (2004 [1556]) en su crónica sobre la reconstrucción de la ciudad de Cusco por el Inca Pachacútec. Se ha propuesto que esta cuerda-patrón debió ser equivalente a 4 ricra aproximadamente unos 6.4 metros.
Entre las unidades para la medición de volumen estaba la pokcha, que equivalía a media fanega o unos 27,7 litros aproximadamente. Algunos cultivos como el maíz eran medidos en recipientes; los líquidos se medían en una variedad de cántaros y tinajas. Había cajas de paja o junco en los que se guardaban objetos, estas cajas también eran utilizadas en los depósitos para almacenar productos delicados o exquisitos, como las frutas secas. Las hojas de coca eran medidas en runcu o grandes cestas. Otros cestos eran conocidos como ysanga. Entre estas medidas de capacidad se encuentra el poctoy (purash) 18 (almozada), que equivale a la porción de granos o harina que entra en la concavidad formada con las manos juntas. Los antiguos pobladores de los Andes conocieron las balanzas de platillos y redes, así como al huipe, instrumento parecido a las romanas. Al parecer, su presencia se asocia con los trabajos de orfebrería y metalurgia, oficios en los que es necesario conocer los pesos exactos para utilizar las proporciones adecuadas en las aleaciones.
La metrología precolombina pertenece a nuestra historia común y podemos observar como el ingenio humano no se limita al tiempo y espacio, nuestros pueblos originarios de américa también resolvieron problemas complejos que los ayudaron a sus actividades religiosas y económicas. La historia de la metrología también le pertenece a ellos y nosotros debemos conservarla como patrimonio cultural.
Referencias Bibliográficas:
1.-Carlos Arrazola. 2012. “Los exactos mecanismos de medición del tiempo creados por los antiguos Mayas”. Guatemala, La Información.
2.-Carmen Gonzales.2018. “Las medidas longitudinales andinas”. México, Revista de divulgación del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social.
 

Fecha: 
Jueves, 19 Noviembre, 2020